Bulos, fango y ultraderecha

Diego Jalón Barroso
Viernes, 14, Junio, 2024
Actualidad

España, ese país que según el Gobierno va como un cohete, un medio de transporte no apto para cardiacos, tiene básicamente tres problemas, como sabiamente ha diagnosticado el puto amo. Son los bulos, el fango y la ultraderecha. Y no necesariamente por este orden. No puede tener más razón el marido de Begoña. España es ese país en el que, como hemos comprobado esta semana, aunque te vote menos gente que a la oposición en un plebiscito, resulta que lo has ganado tú.

En España tenemos una vicepresidenta de Transición Ecológica y Reto Demográfico, empeñada en vaciar de gente los pueblos, que tras las elecciones dice que "el PP quería arrasar y ha perdido. Y nosotros hemos resistido". Porque en España, lo que no encaja con el relato del Gobierno no sucede. El pasado domingo, en las europeas, elegimos 61 eurodiputados en vez de los 54 de 2019. Y con siete más a repartir que hace cinco años, el PSOE ha logrado uno menos y el PP 10 más. El PP ha pasado de un 20% de los votos a un 34%, y el PSOE de un 33% a un 30%. Es decir que ganó por 13 puntos y ahora ha perdido por cuatro.

Así que tiene razón la vicepresidenta Teresa y candidata Ribera. Lo que ha hecho el Partido Socialista en estas elecciones es exactamente lo que la RAE entiende por resistir: "Tolerar, aguantar o sufrir". Pero sobre todo lo tercero. Ni siquiera sumando esos bloques que tanto le gustan a Sánchez le salen las cuentas. En cierto modo es un alivio, porque nos hemos ahorrado el bochornoso espectáculo de ver a la otra vicepresidenta, la que se ocupa de esquilmar nuestras rentas y de jalear y traducir al lenguaje de signos las intervenciones de su ídolo en el Congreso, bailar desencajada sobre un andamio en la calle Ferraz al grito de "¡somos más!".

Resulta que en España, el líder del Gobierno más progresista del universo mundo ha conseguido que el 48% de los electores voten a la ultraderecha, según él mismo aseguró el miércoles en el Congreso: "Cuando haya elecciones el próximo año 2027, lo que va a suceder es que se van a presentar tres ultraderechas: el PP, Alvise y Abascal. Y vamos a ganarle a las tres".

Eso, en realidad, va a tener que discutirlo con Yolanda, que primero anunció que dejaba su cargo en Sumar para al día siguiente explicarlo mejor. Es lo que tiene Yolanda, que cuando dice algo a veces ni ella entiende lo que ha dicho y luego tiene que hacer su propia exégesis de sus palabras. Al final, parece que en lo que ha quedado la cosa es en que dimite, pero sólo un rato, porque se va, pero se queda dentro de Sumar para hacer una reflexión y dar un debate tranquilo. "A esas gentes decirles que además hacemos esto para ganar en las siguientes elecciones generales".

Vamos que al Gobierno de coalición progresista no le van a caber los diputados en el Congreso después de las próximas elecciones. Alguien podría pensar que no puede haber dos partidos que ganen las elecciones a la vez, pero eso es no saber cómo es España, un país de las maravillas en el que pueden ocurrir varias cosas a la vez y su contrario sin que nadie se inmute.

Dentro de unos años, cuando deje la política y se dedique a dar conferencias, Yolanda podrá presentarse como hacía Al Gore desde que en 2000 perdió las elecciones y se dedicó a anunciar el inminente fin del mundo: "Yo fui la próxima presidenta". Y es comprensible que ahora anuncie que abre un periodo de reflexión y debate. Al fin y al cabo, es casi lo único que ha hecho desde que parió eso de Sumar, un partido, o lo que sea, que corre el riesgo de disolverse ante de haber culminado su proceso constituyente, que se comenzó en marzo e iba a concluir el próximo otoño. Hay viajes en tren a Extremadura que han durado más tiempo. Y eso que según ella hace "política de la buena".

Y es que todo es posible en España, ese país "for-mi-da-ble", si no fuera por la oposición, los medios, los jueces, los bulos, el fango y lo que se les vaya ocurriendo a los asesores del presidente, tan preocupado por la ultraderecha que ya ha situado en ella a la mitad de los españoles. El PP es tan de ultraderecha que ha crecido absorbiendo los votos de Ciudadanos, pero no consigue los de Vox y además le salen otros partidos más al fondo todavía. Como ese Alvise que tan feliz hace a Sánchez porque ha descubierto que la ultraderecha no es una hidra con tres cabezas, sino "tres hidras".

Eso dijo cuando fue a refugiarse a Intxaurrondo, que ya no es el cuartel de la Guardia Civil de San Sebastián, sino esa periodista tan simpática de Televisión Española que le hace entrevistas con un menú cerrado, como debe ser en las reuniones de amigos. Hay muchas dudas de quién lo dijo, pero eso de que "el periodismo es publicar lo que alguien no quiere que se publique, todo lo demás son relaciones públicas", encierra una gran verdad, aunque a algunos les pueda resultar incómoda.

En su artículo 20, la Constitución reconoce el derecho a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión y prohíbe la censura. Y el Código Penal tipifica los delitos de injurias y calumnias para que cualquiera pueda defenderse de las informaciones falsas. Así es en cualquier democracia, porque los medios de comunicación, el cuarto poder en palabras de Edmund Burke, son imprescindibles para denunciar los abusos que quienes nos gobiernan. Es la prensa la que ha destapado todos los grandes escándalos de corrupción de nuestra democracia, incluidas las tramas Gurtel y Kicthen del PP. Pero de momento no tenemos noticia de que Sánchez, su señora o su bro, hayan presentado ninguna denuncia contra ningún medio por publicar esos bulos que tanto indignan al plagiador de Umberto Eco. ¿Por qué será?

Más que acudir a los tribunales, lo que Sánchez quiere hacer es marcase un paquete de "calidad democrática" para silenciar a los medios molestos, y cambiar el sistema de elección del CGPJ para controlar a los jueces. Las perspectivas no pueden ser más halagüeñas. ¿Quién no querría dejar en manos del hombre que ha nombrado fiscal general, consejeros del estado, jueces del supremo o directores del CIS y hasta del hipódromo de la Zarzuela a sus más fieles servidores? Eso sí que es calidad democrática y la solución para librarnos del fango, los bulos y la ultraderecha.  

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