El Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León participa en el programa 'Ópera para todos', que promueve el Teatro Real de Madrid, y acoge este sábado la retransmisión desde el centro madrileño de 'Adriana Lecouvreur'.
Los asistentes al Musac podrán disfrutar en directo de la célebre ópera de Franciso Cilea el sábado 28 de septiembre a las 19:30 horas, con entrada gratuita previa recogida de invitación desde una hora antes de la retransmisión.
El programa 'Ópera para Todos' del Teatro Real pretende acercar la ópera y el género lírico a todos los públicos, con la emisión en directo de una ópera en museos y otros espacios públicos de toda España.
Este año, la elegida es 'Adriana Lecouvreur', de Francesco Cilea, en la ya clásica producción de David McVicar, que desde su estreno en el Covent Garden de Londres, en 2010, ha triunfado en los más importantes teatros de todo el mundo.
La producción es un emotivo homenaje al mundo del teatro evocado desde dentro, en pleno Siglo de las Luces, con una ingeniosa y brillante escenografía de Charles Edwards y un espectacular vestuario dieciochesco diseñado por Brigitte Reiffenstuel, que potencian el drama de la célebre actriz protagonista
La ópera, ambientada en el efervescente París de la Ilustración, está inspirada en la vida real de la legendaria actriz Adrienne Lecouvreur, idolatrada y defendida por Voltaire, que destacó por sus brillantes, sinceras y originales interpretaciones en la Comédie Française. Su enorme fama, amoríos, su relación con el mariscal Mauricio de Sajonia -pareja de la celosa Madame de Bouillon-, y su muerte en extrañas circunstancias, con apenas 38 años, han inspirado, ya en el siglo XIX, la obra teatral de Eugène Scribe y Gabriel Legouvé que sirvió de base al libreto de Arturo Colautti.
Pese a que la ópera confronta las emociones exacerbadas de la pasión de Adriana Lecouvreur y los celos de la princesa de Bouillon, que aman al mismo hombre, Cilea crea una partitura de gran elegancia y contención, que combina la intensidad dramática, la belleza melódica, la exquisita orquestación y una refinada sensibilidad lírica, capaz de expresar las complejas emociones de los personajes, desde el lirismo más íntimo a los estallidos de pasión.
David McVicar respeta estrictamente la época y los espacios del libreto, con una puesta en escena espectacular, en la que la tensión emocional de la trama y de la música fluye sin obstáculos, transformando el Teatro en un personaje vivo que, con su presencia omnipresente, influye y moldea el destino de los protagonistas.
La impactante escenografía de Charles Edwards, con su mezcla de cortinajes, maquinaria teatral y juego de espejos, y el opulento vestuario dieciochesco de Brigitte Reiffenstuel, crean una atmósfera melancólica anticipando el trágico final de la ópera, con una paleta cromática dominada por tonos dorados, ocres y púrpuras, que evocan el lujo decadente de la aristocracia y la libertad, siempre marginal, de la vida sobre un escenario.