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La guerra en Ucrania cumple mil días con Rusia ganando terreno a diario en el este del país pese al alto número de bajas y con las fuerzas ucranianas necesitadas de más soldados, pero con un cambio importante en el apoyo que reciben de Estados Unidos: la posibilidad de utilizar los misiles ATACMS en territorio ruso.
La posibilidad de utilizar estos misiles, de unos 300 kilómetros de alcance de lo que ha informado la prensa de Estados Unidos pero que no ha sido confirmado oficialmente, ha sido tradicionalmente uno de los reclamos de Kiev para hacer frente a la ofensiva rusa.
Al conocer estas noticias, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, dijo que "el plan pare reforzar a Ucrania es el 'Plan de la Victoria' que yo he presentado a nuestros socios. Uno de los puntos clave es sobre las capacidades de largo alcance de nuestro Ejército. Hoy se ha hablado mucho en los medios de que habríamos recibido permiso para estas acciones. Pero los ataques no se hacen con palabras. Estas cosas no se anuncian. Los misiles hablan por sí solos y no hay duda de que lo harán".
Desde que hace más de un año Rusia recuperó la iniciativa en el frente al apagarse sin los resultados esperados la segunda contraofensiva ucraniana, las fuerzas rusas no han dejado de avanzar en la región de Donetsk, en el este de Ucrania, aunque Moscú sigue lejos de su objetivo de controlar todo el territorio.
El principal logro de Rusia en los últimos meses fue la toma a principios de octubre de la ciudad de Vugledar, en la parte sur de Donetsk. Desde allí las fuerzas del Kremlin empujan hacia el norte para rodear a las tropas ucranianas que hay al sur de Kurájove, que es junto la ciudad de Pokrovsk el principal objetivo de la ofensiva rusa.
Las fuerzas lanzan al día alrededor de cien ataques en los ejes de Kurájove y Pokrovsk.
Además, Ucrania ha advertido de los planes rusos de activar una ofensiva también en la provincia suroriental de Zaporiyia, lo que pondría aún más presión sobre la línea defensiva de Kiev. Está por ver, sin embargo, si Rusia tiene capacidad para apretar a la vez en otro frente adicional.
Según datos del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) de Washington, el Ejército ruso se hizo con el control de 414 kilómetros cuadrados este mes de octubre, lo que supone la mayor conquista de territorio en un mes por parte de Moscú desde el verano de 2022.
Aunque reconoce estos avances rusos, Kiev insiste en que tienen lugar a un precio récord de pérdidas humanas y de material, y se aferra, como llevan haciéndolo desde el segundo año de la guerra, a la esperanza de que el Kremlin se quede sin hombres y equipamiento para suplir estas bajas.
Los combates también continúan en la región rusa de Kursk, donde Kiev inició el pasado mes de agosto su operación transfronteriza más ambiciosa de la guerra y controla desde entonces parte del territorio.
Más de tres meses después de que las tropas ucranianas cruzaran la frontera, el Ejército ruso aún no ha podido expulsarlas de su territorio.
En ese contexto, según la inteligencia surcoreana, ucraniana y occidental, Putin dio el visto bueno al despliegue en esa región fronteriza de unos 10.000 soldados norcoreanos, posibilidad contemplada por el acuerdo de asistencia mutua en caso de agresión firmado entre Moscú y Pionyang.
Los analistas no creen que los inexpertos militares norcoreanos puedan cambiar la suerte de la guerra en Kursk, donde las unidades ucranianas se han hecho fuertes y apenas han cedido terreno.
Pero la participación de fuerzas extranjeras sí podría sentar un peligroso precedente de internacionalización de la contienda que allane el camino para una mayor implicación de la OTAN.
La operación ucraniana en Kursk buscaba distraer a Rusia de su campaña en el este de Ucrania y ralentizar su ofensiva, algo que no ha ocurrido hasta el momento.
Pese a la difícil situación en el frente, la ayuda financiera, militar y humanitaria de la UE y el apoyo sin fisuras también de la OTAN explican en parte la capacidad de Ucrania de plantar cara a Rusia durante estos mil días.
Altos diplomáticos comunitarios señalan que ahora hay que apoyar más que nunca a Ucrania, en un momento de incertidumbre a causa de la vuelta del republicano Donald Trump a la Casa Blanca en enero.
Desde el inicio de la invasión rusa, la UE ha puesto a disposición de Ucrania cerca de 108.000 millones de euros en ayuda financiera, humanitaria y militar, así como para atender las necesidades de los 4,3 millones de ucranianos que se han acogido a la protección temporal ofrecida.
La OTAN, por su parte, impulsó en su cumbre de Washington en julio un nuevo mando desde una base militar en Alemania para coordinar toda la ayuda militar y las misiones internacionales de formación de soldados ucranianos, así como un apoyo militar a Ucrania por valor de 40.000 millones de euros este año.